PRESENTACIÓN

"--¿Cuál es la función del poeta en cualquier sociedad, Rubén?
--Es un poco como… como un ropavejero desprestigiado. Qué es lo que hace el poeta: de repente en un día de mal humor, o de buen humor, se pone junto a su máquina de escribir y dice lo que le pasa. Y cuál es su esperanza: que eso mismo le pueda pasar a los demás. Entonces, lo que está haciendo es crear un conjunto de harapos para que los pobres puedan ponérselos alguna vez y sentirse un poco menos pobres. Eso podría decir".

Rubén Bonifaz Nuño.



viernes, 12 de agosto de 2011

Grandes Señores

Dice Rubén Bonifaz Nuño:

Hay, en nuestra historia antigua, un episodio al que en diversas ocasiones me he referido, y que ahora también me complace traer a la memoria:
   Es el asedio de Tenochtitlan. Famélicos, aquellos indios resisten la embestida de la traición y de la técnica bélica europea.
   Agrupados a la orilla de un canal, miran ellos a los españoles que se agrupan en la orilla opuesta. Entre estos aparece Hernán Cortés, quien les grita: “Quiero hablar con uno de vuestros grandes señores”. Algunos de nosotros le responde: “Puedes hablar con quien quieras, aquí todos somos grandes señores”.

Esta imágen del siglo XIX es la más apegada a la descripción que existe de Cuauhtémoc. Se cree que está basada en una mucho más antigua.
La escultura del Zócalo está basada en este retrato.




El 13 de agosto del presente año se cumplen 490 años de la caída de Tenochtitlan: aquella que inspiró estas palabras:

Desde donde se posan las águilas,
desde donde se yerguen los jaguares,
el Sol es invocado.
Como un escudo que baja,
así se va poniendo el sol.
En México está cayendo la noche,
la guerra merodea por todas partes,
¡Oh Dador de la vida!,
se acerca la guerra.
Orgullosa de sí misma
se levanta la cuidad de México-Tenochtitlan.
Aquí nadie teme la muerte en la guerra.
Ésta es nuestra gloria.
Éste es tu mandato.
¡Oh Dador de la vida!
Ténedlo presente, oh príncipes,
no lo olvidéis.
¿Quién podrá sitiar a Tenochtitlan?
¿Quién podrá conmover los cimientos del cielo...?
Con nuestras flechas,
Con nuestros escudos,
está existiendo la ciudad
¡México-Tenochtitlan subsiste!
En Cantares Méxicanos.




Sucedió el día ce acatl de la veintena Tlaxochimaco del año yei Calli de los mexica, y martes 13 de agosto de 1521, día de San Hipólito de los españoles.  Tanto orgullo fue despedazado por aquella derrota cósmica: no sólo se venció una ciudad, si no también una lengua, una manera de ver el cosmos y entenderse dentro de él. De consecuencias tan grandes que aún hoy están presentes: en el México actual, en su sociedad, no hay nada más vulnerable que ser mujer, ser pobre y ser indígena. Y de aquel orgullo y grandeza se pasó a la indigencia:


Y todo esto pasó con nosotros.
Nosotros lo vimos,
nosotros lo admiramos.
Con esta lamentosa y triste suerte
nos vimos angustiados.

En los caminos yacen dardos rotos,
los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
enrojecidos tienen sus muros.

Gusanos pululan por calles y plazas,
y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos,
es como si bebiéramos agua de salitre.

Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,
y era nuestra herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo,
pero ni con escudos puede ser sostenida su soledad.
En Cantares Mexicanos (Colección de Cantares Mexicanos), Ms. Del siglo XVI conservado en la Biblioteca Nacional de México, en La visión de los vencidos, UNAM, 1959, p. 193



                                        Imágenes de aperreamiento



En la literatura mexicana, dos poemas más retratan el orgullo y desgracia de aquella ciudad que yace sepultada y siempre en actitud de venganza:

Como rumor de muchedumbre, o ruido
de torrentes huyendo, se construye,
sobre el silencio del durmiente,
el silencio de afuera: el que levantan
los dispuestos es cerco, los que miran
despertando sus armas en tu contra.

Herencia mía, mi plegaria,
hembra fundada en extensiones
hostiles, respirando entre insidiosos
oleajes de ahogo, desarmada.

Ciudad encomendad a mi vigilia,
a salvo junto a mí, con su riqueza
de cuerpos maternales, y de enfermos
tiernamente guardados,
y de suntuosas luces coronadas
y de manos de huérfanos en sueños.

Voy y vengo delante
de ti, sobre mis pasos, en tu orilla,
cómplice de tu cuerpo silencioso;
soy, en tus bordes, atalaya
que te cubre de lejos; voz velando,
llamando, trasmitiendo
su noticia nocturna
de centinela sobre el muro.

No para ti los perros de la furia
ni los enrojecidos
humeantes jinetes al asalto;
no la puerta rajada, ni el relámpago
de la espada en la alcoba,
ni el temblor de las sábanas terribles
bajo la violación, ni los gemidos.

Aquí velo, aquí estoy, aquí me aguanto
mi corazón. Clavado a la mirada
mía, y a mis pasos,                                    
y al grito de mi boca, y a mi oreja.
Rubén Bonifaz Nuño, poema 10 de Fuego de Pobres.




Es asombroso leer como Bonifaz rescata la idiosincrasia de los antiguos mexicanos. Hace presente la humanización de la ciudad para representar su relación con sus habitantes. En el libro sexto del Códice Florentino se lee:

… Oc cuel achica, oc cuel tehual tonpilahuiltiz, toncozolhuihuix, oc tehual mometzpan momacochco tocontlatlalitiez in atl in tepetl, oc te cuel achica, achica toconahuiltiz tocontlahuitehuitequiliz…

En traducción de, el nunca suficientemente extrañado, Salvador Díaz Cíntora dice:

… Mimaras como aun niño, mecerás en la cuna, colocarás a la ciudad sobre tus piernas, sobre tus brazos, la mimarás, la acariciarás por algún tiempo…
  

Salvador Díaz Cíntora, 1934 - 2004. Ha sido el más grande nahuatlato después de Fray Bernardino de Sahagún.

En el mismo libro Fuego de pobres, aparece el otro poema que retrata la situación universal y recurrente de las plazas de la Ciudad de México bajo la masacre:

Hervor de calles; desembocadura
de pábulos ardiendo, en la caldera
sediciosa del mísero. 

Como hierba de gritos, como en humo
lumbrarada de pelos espantados;
como chubasco tupidísimo
y turbio, en ascensión. Así llegaba. 

Y alégrate si nadie, en esta plaza,
si nadie, de tan juntos y de tantos,
puede caer; si nadie puede
ser abatido; si no puede ninguno
dejar su sitio sin morirse.
Cada uno en el centro,
en medio cada uno, circundados. 

Nace la gloria para ti, mi hermano;
mi muy reverenciado, mi sin dicha,
mi desgraciado pobre, mi vecino;
mi, como yo, despierto. 

Mira: el sin tregua, el desterrado
con injusticia, y el que canta,
mi hermano de tu hermano, y el hambriento
y la sed que aumentó de puerta en puerta;
y vienen con nosotros el inválido,
y el muerto a solas, y el sin nada. 

La gente de este lado, que ha salido
de quemados olivos todo el año;
de carnívoras cruces que alimenta
el gran poder de la traición; de niños
abortados surgiendo;
de mujeres para siempre olvidadas.

Desde el cogollo del dolor, humea
la libertad ensangrentada.
                                                   Mira
que fauces de león se descoyuntan;
que ya la fiesta del alumbramiento
aúlla y rinde frutos,
y el profeta en su tierra,
de innumerables bocas coronado,
resuena, y las banderas gimen,
y las hondas volando y empedradas. 

Y el milagro del horno y de la harina
se acerca, y los ejércitos inmóviles
con la resurrección, y las trompetas
de los finales pájaros terrestres.
Rubén Bonifaz Nuño, poema 33 de Fuego de Pobres.




También en el libro sexto del Códice Florentino hay una forma de premonición de la desgracia que caería sobre Tenochtitlan:

… ¿Cuix te mopan teutl qualoz, cuix te mopan tlalloliniz, cuix te mopan mamamaniz  in atl in tepetl, cuix te mopan ahuic tlatlachialtiloz, cuix tehuatl tiquittaz, cuix  te timahuizoz, cuix  te mopan oliniz in mitl in chimalli, cuix cacalihuaz, cuix yaoyahualoloz in atl in tepetl , cuix cuecuetzaloz huihuiyotzaloz, auh cactimaniz, yohuatimaniz in atl in tepetl, cuix inencahuian momantiquizaz?
   ¿Auh cuix aztatiloz mecaxicoltiloz, cuix tecamapacaz, cuix tematequiz, auh cuix noc huallaz in quahuitl in tetl, cuix ixpolihuiz in cuitlapilli in atlapalli, cuix inencuahuian momantiquizaz in atl in tepetl?

Y Salvador Díaz Cíntora nos lo entrega:

… ¿Será comido el dios en tu tiempo, temblará la tierra, habrá inquietud en la ciudad, no se sabrá a dónde volver la vista, verás acaso con espanto, se moverá sobre ti la flecha y el escudo, lloverán los dardos, se cerrará la guerra en torno a la ciudad, la verás espantado desplomarse, deshacerse, acaso estremecerse, agitarse y quedar luego desierta y oscura, hecha lugar de desolación?
   ¿Vendrá acaso la servidumbre, habrá que lavarle la boca a otro, que verter agua en las manos de otro? ¿Vendrá acaso todavía el palo y la piedra, vendrá a extenderse la enfermedad, el hambre, se dispersarán, se acabarán los vasallos, los súbditos, quedará hecha un sitio desolado la ciudad?

Terminemos con Bonifaz que dice:

"No podemos los mexicanos contemplar como herencia aquello que vino a destruirnos; nos es preciso ganarlo como presa. Si la cultura occidental, y con ellas las otras, ha de pertenecernos, será porque habremos tenido la fuerza de armas requerida para hacerla nuestra; el poder viril necesario para derrotar nuestras antiguas derrotas".




"Estamos en México, urgidos por terribles necesidades; víctimas de la injusticia social, de la explotación, del oprobio de perversas formas de coloniaje. Pienso que todo eso dejará su lugar a la libertad y a la soberanía efectivas, cuando se nos eduque para poder decir, desde lo profundo y sin mentira, esas cinco palabras:
'Aquí todos somos grandes señores'".

Dicho en su Conferencia Inaugural del Ciclo Los pueblos Indígenas y el Estado Mexicano, en la Facultad de Derecho de la UNAM el 7 de noviembre de 1994.




2 comentarios:

  1. Ilustrativo Blog, muchas gracias!!! Un placer, leer el trabajo de varios maestros reunidos en estas líneas.

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    1. Gracias, hay mucho más en http://www.descolonizacion.unam.mx/

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