Para Adriana Fernanda, de la que aprendo cada día.
ELLA, MÁS SABIA en amores, quiere precipitar todo sin aprender nada. Pues cree que lo sabe todo. Él, que ignora lo terrible que puede ser amar, sospecha que todo lo que busca se concentra en ella: sabiduría desencantada.
Tomek, inexperto, le da pausa a
todo. Da un ritmo, al amor que lo
habita, de barco en un mar con pairos. No quiere nada, sólo ama; piensa en su destino. Cree, a manera de
fe, en conseguir ser escuchado por Magda. Si ella lo entiende, quizá lo guié en
cómo amarla sabiamente. La realidad es
el precipicio que le aguarda.
Una breve película sobre el amor,
al igual que el poema Ítaca, nos dicen que vayamos al ritmo que la felicidad
nos marque: los momentos de felicidad nos marcan el paso con el cuál nos
precipitamos a la muerte. A esa Ítaca desierta.
ÍTACA
(C.
P. Cavafis)
Cuando
emprendas tu viaje a Ítaca
pide
que el camino sea largo,
lleno
de aventuras, lleno de experiencias.
No
temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni
al colérico Poseidón,
seres
tales jamás hallarás en tu camino,
si
tu pensar es elevado, si selecta
es
la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni
a los lestrigones ni a los cíclopes
ni
al salvaje Poseidón encontrarás,
si
no los llevas dentro de tu alma,
si
no los yergue tu alma ante ti.
Pide
que el camino sea largo.
Que
muchas sean las mañanas de verano
en
que llegues - ¡con qué placer y alegría! -
a
puertos nunca antes vistos.
Detente
en los emporios de Fenicia
y
hazte con hermosas mercancías,
nácar
y coral, ámbar y ébano
y
toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos
más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve
a muchas ciudades egipcias
a
aprender, a aprender de sus sabios.
Ten
siempre a Itaca en tu mente.
Llegar
allí es tu destino.
Mas
no apresures nunca el viaje.
Mejor
que dure muchos años
y
atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido
de cuanto ganaste en el camino
sin
esperar a que Itaca te enriquezca.
Itaca
te brindó tan hermoso viaje.
Sin
ella no habrías emprendido el camino.
Pero
no tiene ya nada que darte.
Aunque
la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así,
sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás
ya qué significan las Ítacas.
Una breve película sobre el amor,
dirigida por Krzysztof Kieślowski,
música de Zbigniew Preisner, fue
filmada en 1988. Está basada Decálogo VI, versión para televisión que
Kieslowski realizó también. Existen dos versiones con dos finales diferentes.
Definitivamente el mejor final es donde Tomek aprende la terrible lección de
amor y, por bien aprendida, le corresponde con otra lección igual de dura a Magda: “Ya no la
espío señora”.