El poeta es como un ropavejero desprestigiado. Eso ha dicho Rubén Bonifaz Nuño (Córdoba, Veracruz, 1923), que se ha paseado por las calles de la Ciudad de México y pepenado los harapos: cosas que ya todos creíamos inservibles y estorbosas, y las ha devuelto convertidas en algo que nos sirve y arropa en nuestros momentos de más indigencia. Las palabras más escondidas que todos tenemos, y que pocas veces acertamos a sacar, se nos quedan inútiles. Pero si encontramos la poesía nos damos cuenta que esas palabras, en nosotros estériles, con ella han tomado la vida y el valor de decir lo que a nosotros nos fue negado por nuestra pobreza de ánimo. Leemos sus versos y ya son nuestros; entonces podemos vestir esos harapos y sentirnos un poco menos indigentes.
Así, este blog contendrá esos harapos que la poesía nos presta: correspondencias entre las diversas artes de la palabra y de la imagen. Algo sobre lo que a nuestros ojos alumbran los poemas de Rubén Bonifaz Nuño, y de otros poetas: el esfuerzo de vivir agotando todos los sentidos y algo más: quizá eso que se llama alma; eso que nos llena de necesidades.