PRESENTACIÓN

"--¿Cuál es la función del poeta en cualquier sociedad, Rubén?
--Es un poco como… como un ropavejero desprestigiado. Qué es lo que hace el poeta: de repente en un día de mal humor, o de buen humor, se pone junto a su máquina de escribir y dice lo que le pasa. Y cuál es su esperanza: que eso mismo le pueda pasar a los demás. Entonces, lo que está haciendo es crear un conjunto de harapos para que los pobres puedan ponérselos alguna vez y sentirse un poco menos pobres. Eso podría decir".

Rubén Bonifaz Nuño.



domingo, 14 de julio de 2013

BATALLA DE OTUMBA

El 14 de julio de 1520 sucedió la batalla de Otumba. En una llanura se efrentaron el ejercito mexica contra el ejercito tlaxcalteca y cía. que eran comandados por los españoles. La batalla se decidió cuando Cortés atropelló con su caballo al Cihuacóatl Matlatzincátzin.
   Este combate pasó a la historia como una gran hazaña, épica y militar de Cortés. Pero lo único épico fue la retirada de los escuadrones mexicas. El Cihuacóatl portaba el estandarte: símbolo de máximo poder en la batalla. Enorme importancia debía tener esta batalla para los mexicanos, y ser así comandada por el mismísimo Cihuacóatl. En él residía la máxima autoridad del poder judicial, sustituto del Tlatoani cuando se ausentaba de la ciudad. Era uno de los electores de un nuevo Tlatoani. Instrumento sacerdotal para que mantuviera en sus manos parte del poder público.
   En fin, en la concepción ritual de la guerra que en mesoamérica se tenía, verlo y saberlo caído era signo inevitable de derrota. Embestido por la cabalgadura de Cortés, cae y Juan de Salamanca se apea y lo remata en el suelo. Le arrebata el estandarte y lo entrega a Cortés. Como consecuencia lógica el ejercito mexica se desbanda. La hazaña no fue militar sino política (marrullera, diría yo).



Matlatzincátzin ataviado de Yaocélotl (Guerrero Tigre) a punto de ser embestido




Y aquí este poema de Rubén Bonifaz Nuño que, en el terror de la pesadilla, trasmite el fragor de una batalla ritual:




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¿Fue el penacho del grito, fue la hoja 
cabelluda del grito, fue el ahogo? 
¿El tránsito del cuerpo en el mentido 
corredor de un espejo —ya de espaldas, 
ya caminando dentro del espejo?   

Una hiedra de oro se torcía 
por la garganta; goma espesa 
pegaba lengua y paladar. Y abriéndose, 
la cisterna barbada, su salobre 
pulpa líquida y verde, bebedora 
del corazón latiente. 

Éramos lo que somos. Carne viva; 
ceguera y carne en sueños. 
Tan sólo ceguedad inseminada 
con escamas de lumbre; solamente 
despellejada carne. 

Incisión en el orden, fruto 
que sangra, herida caminante, 
patria bajo bandera de preguntas. 

Y de súbito, y clara, la gozosa 
carga sensual del alma, santamente 
contaminada en sí; guerra florida; 
enmascarada muerte nuestra 
en la fiesta lustral, fingiendo 
amistad y presencia de la vida. 

Subida del amor bajo el atado 
leño flotante, dócil al empuje 
vertical y hacia arriba, y al colmillo 
del anda que lo liga, al encorvado 
diente asido en el fondo. 

Ahora y en sosiego, la llovida 
claridad en la arena, el varadero 
tras el viaje sonámbulo, el camino 
para encontrarse nuevamente. 
Territorio impecable, la mañana 
para poder hablar. Vaso de orgullo. 

Alzado en armas prodigiosas, 
por todas partes combatiendo, el día 
bello y valiente. Sol de lianas 
presente y primitivo 
como la luz ecuestre del lagarto 
en la roca de espuma, como el vientre 
del fuego original, como naciendo.

De el libro  Fuego de pobres.







Pelea ritual de tigres en Guerrero. La sangre que la tierra absorbe, es como la lluvia que vendrá.