PRESENTACIÓN

"--¿Cuál es la función del poeta en cualquier sociedad, Rubén?
--Es un poco como… como un ropavejero desprestigiado. Qué es lo que hace el poeta: de repente en un día de mal humor, o de buen humor, se pone junto a su máquina de escribir y dice lo que le pasa. Y cuál es su esperanza: que eso mismo le pueda pasar a los demás. Entonces, lo que está haciendo es crear un conjunto de harapos para que los pobres puedan ponérselos alguna vez y sentirse un poco menos pobres. Eso podría decir".

Rubén Bonifaz Nuño.



viernes, 21 de diciembre de 2012

A C T E A L: SIGLOS LLORANDO ASÍ

 
 
La forma de lamentarse de los pueblos indígenas es muy parecida en todo el continente americano. Es un decir llorando. No llorar por llorar sino verter en los lamentos el trastornamiento del porvenir: es nombrar todo lo que se muere y se va pudriendo más rápido que el cadáver. En ocasiones parecen reproches al muerto. Es necesario decirle todo lo que con su muerte se aniquila.
     En diciembre de 1997, cuando se realizó la matanza de Acteal y escuché el lloro de los deudos de los masacrados, vino de inmediato a mi mente la novela de Jorge Icaza: Huasipungo. Me sorprendió la viveza literaria con que Icaza recreó el llanto de los indios quechuas:
“Desde que llegaron el tambor y el pingullo se llenó la vivienda mal alumbrada y hedionda con los golpes monótonos y desesperantes de los sanjuanitos. Andrés, miembro más íntimo de Cunshi, miembro más íntimo para exaltar el duelo y llorar la pena, se colocó maquinalmente a los pies del cadáver envuelto en una sucia bayeta negra, y acurrucándose bajo el poncho soltó, al compás de la música, toda la asfixiante amargura que llenaba su pecho. Entre fluir de mocos y de lágrimas cayeron las palabras:
-Ay Cunshi, sha.
-Ay bonitica, sha.
-¿Quién ha de cuidar, pes, puerquitus?
-Pur qué te vais sin shevar cuicitu.
-Ay Cunshi, sha.
-Ay bonitica, sha.
-Soliticu dejándome, nu.
-¿Quién ha de sembrar, pes, en huasipungo?
-¿Quién ha de cuidar, pes, al guagua?
-Guagua soliticu. Ayayay... Ayayay...
-Vamus cuger hierbita para cuy.
-Vamus cuger leñita en munte.
-Vamus cainar en río para lavar patas.
-Ay Cunshi, sha.
-Ay bonitica. sha.
-¿Quién ha de ver, pes, si gashinita está con güeybo?
-¿Quién ha de calentar, pes, mazamurra?
-¿Quién ha de prender, pes, fogún, en noche fría?
-Ay Cunshi, sha.
-Ay bonitica, sha.
-Pur qué dejándome soliticu.
-Guagua tan shorandu está.
-Ashcu tan shorandu está.
-Huaira tan shorandu está.
-Sembradu de maicitu tan quejandu está.
-Monte tan oscuro, oscuro está.
-Río tanshoravdu está.
-Ay Cunshi, sha.
-Ay bonitica, sha.
-Ya no teniendu taiticu Andrés, ni maicitu, ni mishoquitu, ni zambitu.
-Nada, pes, porque ya nu has de sembrar vus.
-Porque ya nu has de cuidar vus.
-Porque ya nu has de calentar vus.
-Ay Cunshi, sha.
-Ay bonitica, sha.
-Cuando hambre tan cun quien para shorar.
-Cuando dolur tan cun quien para quejar.
-Cuando trabajo tan cun quien para sudar.
-Ay Cunshi, sha.
-Ay bonitica, sha.
-Donde quiera conseguir para darte postura nueva.
-Anuca de bayeta.
-Rebozu coloradu.
-Tapushina blanca.
-¿Pur qué te vais sin despedir? Comu ashcu sin dueño.
-Otrus añus que vengan tan, guañucta hemus de cumer.
-Este año ca, Taita Diositu castigandu.
-Muriendu de hambre estabas, pes. Peru cashadu, cashadu.
-Ay Cunshi sha.
-Ay bonitica, sha.
 
Secos los labios, ardientes los ojos, anudada la garganta, rota el alma, el indio siguió gritando al ritmo de la música las excelencias de su mujer, los pequeños deseos siempre truncos, sus virtudes silenciosas. Ante sus gentes podía decir todo…”.
 
 
 
Llanto ancestral de los pueblos originarios que durante milenios se ha escuchado en este continente y su suelo sigue absorbiendo. Escuchémoslo. Es formidable. En su reconocimiento vive la urgencia de no olvidar el despojo, la esclavitud, el genocidio, la violación y el oprobio que sigue oprimiendo a los indígenas. Conciencia del ser originario y de saber que en esa herencia radica nuestra fuerza e impulso de descolonización.