PRESENTACIÓN

"--¿Cuál es la función del poeta en cualquier sociedad, Rubén?
--Es un poco como… como un ropavejero desprestigiado. Qué es lo que hace el poeta: de repente en un día de mal humor, o de buen humor, se pone junto a su máquina de escribir y dice lo que le pasa. Y cuál es su esperanza: que eso mismo le pueda pasar a los demás. Entonces, lo que está haciendo es crear un conjunto de harapos para que los pobres puedan ponérselos alguna vez y sentirse un poco menos pobres. Eso podría decir".

Rubén Bonifaz Nuño.



lunes, 13 de agosto de 2012

Tigre la sed de Temilotzin



Quaxólotl, "Corona de perro", atavío de un Tlacaltécatl.


Uno de los personajes que acompañó a Cuauhtémoc en la defensa de Tenochtitlan y presenció su ejecución en un árbol de pochote en el actual Campeche, fue Temilotzin. Tacaltécatl Temilotzin: su rango militar era el de “Comandante de hombres (Tlacaltécatl)” y su nombre, Temilotl, quiere decir “columna o puntal”. Y lo fue en carácter y apoyo a sus amigos. Hasta el final resistió sobre sus hombros la carga de la ambición y la traición. Antes que traicionar su nombre y permitir que sus hombros se humillaran bajo el yugo de la servidumbre, se decidió por el suicidio.

     Mucho antes de estos tristes acontecimientos forjó cantos y el único que llegó hasta nosotros es un poema sobre la fraternidad, traducido por Miguel León Portilla y Rubén Bonifaz Nuño. Bonifaz conocía el poema desde años antes de la aparición de Trece poetas del mundo azteca, y escribió un poema que se apoya en el de Temilotzin. El poema Tigre la sed, en llamas, me despierta…  se despoja de la contaminación frailesca (de censores y frailes) y nos muestra el verdadero sentido de la fraternidad: “… la poesía como la condición que permite realizar la comunidad entre los seres humanos; esto es, la concurrencia que se extiende hacia la única salvación alcansadiza […] Es como si [el poeta] dijera: si es verdad que la vida es breve y triste e insegura, también lo es que los cantos encierran la virtud de establecer la reunión fraternal”.[1]

     RBN ha sido el único que ha expresado abiertamente su desconfianza hacia la “poesía náhuatl”. Esto le ha traído una velada repulsa y enemistades, pero quién cómo él para decirlo con conocimiento de causa. Dice RBN:

<<En el calmécatl se enseñaban las hazañas de los grandes señores, y en la poesía náhuatl --la que se llama poesía náhuatl-- no hay nada que recuerde siquiera a los grandes señores. Todo se reduce a decir que el  mundo es triste, que el mundo es un valle de lágrimas y que aquí tenemos que salvarnos por la belleza, por la “flor y el canto”. Imagínate si una filosofía esteticista hubiera podido crear un pueblo conquistador. Imposible. Por eso he llegado a pensar que no hay tal poesía náhuatl. Que es poesía colonial escrita principalmente por los frailes>>.

  

TEMILOTZIN ICUIC


Ye ni hualla, antocnihuan in:

noconcozcazoya,

nictzinitzcamana,

nictlauhquecholihuimolohua,

nicteocuitla icuiya,

niquetzalhuixtoilpiz  

in icniuhyotli.

Nic cuicalacatzoa cohuayotli.

In tecpan niquixtiz,

an ya tonmochin,

quin icuac tonmochin in otiyaque ye Mictlan.

In yuh ca zan tictlanehuico.



Ye on ya nihualla,

ye on ninoquetza,

cuica nonpictihuiz,

cuica nonquixtihuiz,

antocnihuan.

Nech hualihua teotl,

Nehua ni xochihuatzin.

Nehua ni Temilotzin,

nehua ye nonteicniuhtiaco nican.


(Miguel León Portilla, Trece poetas del mundo azteca).




POEMA DE TEMILOTZIN (Traducción)



 He venido, oh amigos nuestros:

con collares ciño,

con plumajes de tzinitzcan doy cimiento,

con plumas de guacamaya rodeo,

pinto con los colores del oro,

con trepidantes plumas de quetzal enlazo

al conjunto de los amigos.

Con cantos circundo a la comunidad.

La haré entrar al palacio,

allí todos nosotros estaremos,

hasta que nos hayamos ido a la región de los muertos.

Así nos habremos dado en préstamo los unos a los otros.



Ya he venido,

me pongo de pie,

forjaré cantos,

haré que los cantos broten,

para vosotros, amigos nuestros.

Soy enviado de Dios,

soy poseedor de las flores,

yo soy Temilotzin,

he venido a hacer amigos aquí.




Tlcaltécatl Temilotzin




TIGRE LA SED, EN LLAMAS, ME DESPIERTA…


Tigre la sed, en llamas, me despierta;
hambre mi corazón. Y el rostro
de las cosas me observa; el medio rostro
de lo que va naciendo: mi morada.
El naciente en la noche,
el rostro para el día de mi rostro.


Rojo contra mis huesos, con el número
de pasos ya contado.
Privado ya de tiempo desde ahora.


Se dice aquí, se afirma, aquí se habla,
aquí se duerme en compañía;
ni un paso más allá me pertenece.


Y desato mi lengua, y mis orejas
abro, y aclaro el quicial de mis ojos,
y el nombre que ensayaron mis abuelos
recuerdo, y recompongo
mi linaje de voces más lejano.


Nube de humo en mi cabeza,
ánimas torturadas, divisoria
culebra, hielo de la espada;
lazo de mis palabras por la calle.


Aquí te nombro hermano, como esposa
te adorno aquí, como a mi madre
y mi padre te llamo, te preservo
como ciudad rendida en la abundancia.


Sólo mientras vivimos merecemos,

sólo mientras estamos, mientras somos,
al menos, alguien que ha nacido.

Y logramos, mirándonos,
el portal de entrar juntos, y la puerta
de la casa que hacemos perdurable.
Y la llave.


No hablaba todavía, y lo que pido
estaba ya en tu mano.


Toda mi gloria en esta llave tuya
que lleva a tu presencia; todo
mi deleite, ceñirte en lo que nombro;
a tu fe convertido, y conciliado
en lo que acaso es verdadero.


Aquí tan solamente, y un instante.
Ya sin poder cambiarse, ya tendida
quedó mi raya, desde el alba
en que vengo a ser hombre.


Un instante no más para encontrarte.



(Rubén Bonifaz Nuño, Fuego de pobres).




Nobles y guerreros de alto rango transportan el bulto funerario de un Tlatoani


[1] Rubén Bonifaz Nuño, El destino del canto. Discurso. Agustín Yánez “Contestación”, UNAM, México, 1963, pp.27, 30-31.

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